Intuición: nuestra brújula energética
La intuicion no es un sexto sentido magico, reservado solo a los eruditos de la espiritualidad. La intuición es el lenguaje del cuerpo, una respuesta biologica y vibracional instalada en todos nosotros aunque pocos le prestamos la atencion que se merece.
Nos enseñaron que toda certeza debería venir de la lógica, de la evidencia física y de nuestra mente. Pero en realidad nuestro cuerpo tiene una sabiduría interna que podemos aprender a escuchar y usarla como guía para cambiar nuestro destino.
Los seres humanos percibimos mucho mas de lo que nos indican nuestro 5 sentidos. Lo que percibimos en nuestro campo energético se expresa físicamente de distintas maneras: como contracción o expansión en el pecho, pesadez o ligereza en la espalda, tensión o relajación en la mandíbula, aceleración del pulso o coherencia cardiaca, respiración superficial y rápida o lenta y profunda, incomodidad o distención en el estomago, dificultad para tragar o hablar cuando se nos cierra la garganta, nos tiembla la voz, etc.
Todas esas sensaciones son una respuesta biológica a algo mucho mas profundo que ocurre a nivel emocional y energético que es nuestra intuición. A ella nos referimos cuando decimos: «sentí mariposas en el estomago», «se me puso la piel de gallina», «me bajo un frio por la espalda» y que alguien «nos enferma».
Cabe aclarar aquí que la intuición es diferente del instinto, que es una respuesta automática e involuntaria, codificada en el sistema nervioso para nuestra adaptación y supervivencia. En cambio, la intuición es un proceso voluntario y flexible que surge del subconsciente, de nuestras experiencias y nuestra sabiduría interna. Alguna vez sentiste por ejemplo, que a pesar de que alguien te decía todo lo correcto con una sonrisa amable, internamente ya sabias que te estaba mintiendo? o por el contrario, cuando escuchaste a alguien decir algo que aun sin evidencias te resonaba como pura verdad? También se manifesto tu intuicion cuando al ingresar a un espacio sentiste inmediatamente la tensión y negatividad en el ambiente mucho antes de que se manifestara el problema.
Todos hemos sentido alguna vez a nuestra intuición y algunos incluso nos hemos arrepentido de no haberla seguido. Es un conocimiento intrínseco casi inmediato que se suele expresar a través del cuerpo. Por eso, el cuerpo nunca miente y siempre habla primero, mucho antes que la mente pueda siquiera razonar. Muchas veces nos anticipa verdades que no estamos listos para procesar mentalmente pero que con el tiempo terminamos reconociendo. Por eso me gusta decir «lo que tu corazón ya sabe, tu mente ni siquiera se atreve a pensar o soñar».
Es que la intuición es una inteligencia muy antigua incorporada en nuestros tejidos como una guía interna hacia una verdad mas elevada, la inteligencia Universal o Dios, que es como yo prefiero llamarla. Es un lenguaje vibracional, que natural y espontáneamente usan algunos animales y nosotros mismos desde la infancia, mucho antes de incorporar el lenguaje hablado. Pero la vamos desoyendo cuando empezamos a reemplazar lo que sentimos por nuestros pensamientos, reprogramándonos con miedos, ideas y condicionamientos sociales impuestos desde el exterior.
Los que sufrimos codependencia emocional vivimos particularmente desconectados de esa sabiduría interna tan valiosa, porque su voz es sutil, apenas nos susurra, mientras que nuestro trauma grita sus miedos a viva voz en un torbellino de pensamientos de supervivencia.
El vivir en un estado casi permanente de stress nos impide conectarnos con nuestra intuición, porque para poder oírla, necesitamos relajarnos, pasar del sistema simpático (de huida o ataque) al parasimpático (de restauración). Debemos salir de nuestros miedos, de nuestro ego y de nuestra cabeza. Por eso los mayores momentos de» inspiración», donde nacen las «grandes ideas», son intuitivos y suceden espontáneamente en momentos contemplativos cuando no interviene la mente pensante: durante una ducha, una puesta de sol, caminando por la naturaleza, practicando algún arte o deporte.
Lamentablemente los codependientes fuimos entrenados para no escuchar nuestro sentir y sepultamos nuestra intuición detrás de infinitos «debería», expectativas y opiniones ajenas. Cuando dejamos de escucharnos y de escuchar a nuestra intuición, fue cuando empezamos a perder el rumbo, nos desconectamos de nuestra sabiduría interna y de esa inteligencia divina. Y esto nos lleva frecuentemente no solo a perder oportunidades de expansión y crecimiento, sino incluso a ponernos en situaciones peligrosas.
Pero la intuición no se pierde nunca, queda allí esperando que hagamos una pausa lo suficientemente larga para poder respirar hondo, sentir el cuerpo y escucharla de nuevo. Lo cual podemos hacer mediante practicas somáticas que nos ayuden a estar mas presentes y alejados del incesante trafico mental. Técnicas respiratorias, meditativas o de movimientos suaves y conscientes ayudan a reconectar con ella. También podemos desarrollar nuestra intuición a través del arte, la música y cualquier actividad de quietud contemplativa o disfrute que nos inunde de serotonina como masajes, abrazos, risas compartidas con nuestros seres queridos, etc.
Los últimos avances de neurobiología y terapias somáticas demuestran que los místicos tenían razón respecto a que el cuerpo no solo reacciona, sino que recuerda y tiene mas memoria que la mente. Traumas, duelos, emociones fuertes de dicha o dolor no solo viven en la mente como recuerdos. Siguen presentes a nivel celular y se van acumulando en nuestro sistema nervioso condicionando tanto nuestra percepción de la realidad como la realidad misma. Y esto ocurre aun cuando ha pasado tanto tiempo, que ni recordamos los eventos que originaron esa herida primal que si no atendemos, puede terminar manifestándose como dolencias y afecciones físicas.
Lo bueno, es que así como el cuerpo tiene mucha memoria, también guarda mucha sabiduría, que podemos usar a nuestro favor si aprendemos a leerlo correctamente, porque aunque el cuerpo nunca miente, muchas veces no sabemos como interpretarlo.
Empecemos por recordar que como seres electromagnéticos que somos, nos estamos relacionando e interactuando permanentemente con nuestro entorno, aunque no seamos conscientes de la conversación que se da a un nivel vibracional. Y cada sensación física no es solo una reacción biológica, sino una señal vibratoria que forma parte de un sistema estratégico sensorial muy avanzado.
Por ejemplo; cuando el cuerpo se contrae al tomar una decisión, puede indicar una desalineación vibracional. Y esa desalineación trae consecuencias en nuestra realidad porque el campo cuántico obedece a nuestra vibración y coherencia interna, no a nuestras palabras, la lógica, la resistencia o el esfuerzo. Las decisiones que contradicen a nuestra intuición frecuentemente nos llevan a vibrar en caos lo que dificulta poder manifestar lo que intencionamos en nuestra realidad.
También se manifiesta nuestra intuición cuando luego de tomar una decisión difícil, sentimos un alivio inmediato, paz inexplicable, expansión en el pecho, relajación en hombros, nuestra respiración se profundiza y ralentiza espontáneamente sintiendo el cuerpo mas liviano como si nos hubiéramos quitado un peso de encima. Ese peso existía a nivel energético y al quitarlo, nuestra intuición nos confirma que estamos en la dirección correcta. Eso fue exactamente lo que yo sentí cuando luego de años de sufrimiento, pese al miedo y a la incertidumbre, decidí sacar al narcisista de mi vida de una vez y para siempre. Y eso hice aunque me temblaba la voz, las manos y las piernas. Y sigo haciendo hoy cada vez que tengo que tomar una decisión importante, porque seguir al corazón, es la clave.
Intuición básicamente es alineación energética. Es coherencia interna que solo se logra cuando el cuerpo, la mente y el corazón vibran armoniosamente. Cuando empiezas a confiar en la inteligencia de tu cuerpo, no solo ganas claridad y facilidad para tomar decisiones, sino que todo se empieza a reorganizar en tu vida de manera espontanea y casi sin esfuerzo. Porque en realidad nunca fuimos diseñados para sufrir. Fuimos diseñados para sentir, confiar y dejarnos llevar relajadamente por ese rio de sabiduría interna que es nuestra intuición.
Además, cuanto mas la escuchamos, mas alta se hace la voz de la intuición y mas fácil se hace seguirla. Pero el primer paso es dejar de preguntar a la mente que hacer y empezar a preguntar al cuerpo que tiene para decir al respecto.
Reflexiona: Que crees que te intenta decir tu intuición cuando ante ciertas circunstancias o personas sientes nauseas, contracción en el pecho o retorcijones en el estomago? Desde que lugar tomas tus decisiones importantes? Con que frecuencia te permites seguir una «corazonada» o priorizas siempre la lógica o la opinión ajena, lo que opinan «expertos»?
Afortunadamente y aunque por momentos la podamos perder de vista, nuestra intuición nunca nos deja, siempre estará allí para nosotros. Aunque no necesite levantar su voz para competir con nuestro ego. Ni tampoco necesita darnos explicaciones porque la intuición, como toda verdad no necesita defenderse, simplemente es.
Nuestra intuición es nuestra brújula interna, la sabiduría divina del cuerpo cuya única función es la de guiarnos si la dejamos. Y cuando nos animamos a hacerlo, no solo podemos cambiar de dirección y destino, sino también de frecuencia.
En mi Proceso de Reversión Somática aprendemos a desarrollar la intuición utilizando practicas somáticas. Explóralo aquí:



