Cuando el narcisista contamina: la toxicidad del codependiente
Uno de los efectos mas peligrosos de convivir con un narcisista es que uno mismo, por mas empatía y nobleza que tenga, se puede terminar volviendo tan toxico y dañino como el mismo narcisista.
Es frecuente que parejas e hijos codependientes del narcisista terminen contaminados por su oscuridad, volviéndose cómplices o facilitadores de la destrucción que causan en otras personas. Por eso hay quienes creen haber tenido ambos padres narcisistas cuando en realidad eso es poco factible.
Los narcisistas no buscan ni atraen a otros narcisistas como parejas y de hecho dos personalidades narcisistas suelen repelerse entre si porque son personalidades tomadoras, carentes de energía propia que necesitan de alguien empático y de naturaleza dadora para subsistir. Ellos solo pueden subsistir si son funcionales a sus intereses, funcionando estratégicamente como depredadores pero necesitan de otros a quienes explotar .
Por eso deliberadamente los narcisistas buscan personalidades sumamente compasivas y empáticas, seres que irradian luz, pureza e inocencia pero que lamentablemente se olvidan de si mismos en su afán de validarse satisfaciendo necesidades ajenas y rescatando a los demás.
Lo que es aun mas lamentable, es ver como buenas personas pueden terminar actuando mal, disfuncional y tóxicamente para sobrevivir y sobrellevar la vida con el narcisista.
Muchos codependientes, por ser personas extremadamente sensibles y manipulables, terminan tomando ideas, emociones y hasta actitudes y comportamientos del mismo narcisista volviéndose perjudiciales para quienes los aman.
Yo misma lo he experimentado cuando me escuchaba a mi misma validando ideas y tomando actitudes que no eran mías o que incluso iban en contra de mis propios valores para secundar al narcisista quien cuidadosamente las había implantado. ¡Aun no me daba cuenta que había bajado y estaba ejecutando un programa mental y emocional que iba en contra de mi propia naturaleza!
Además, vivir durante mucho tiempo en un constante estado de stress, miedo y resentimiento nos roban no solo salud, sino preciosos momentos de vida, con dolorosas consecuencias para quienes mas nos aman.
Me avergüenza admitir que me he visto maltratar a otras personas para justificar, complacer o evitar confrontar al narcisista. Muchas veces perdí de disfrutar la infancia e inocencia de mi hija por mi falta de paciencia, por vivir en un estado de supervivencia constante que no me permitía relajar y estar presente con ella desde un lugar mas sano y autentico.
El narcisista saca lo peor del codependiente. No solo apaga su luz, lo vuelve una extensión de su propia oscuridad.
Y es que la misión del Narcisista no es solo usarte y destruirte, sino profanarte. Volverte en contra de todo lo bueno que eras violando hasta tus limites mas sagrados.
Hasta que un día te das cuenta que no solamente no te reconoces, sino que odias en lo que te has convertido estando junto al narcisista.
Es doloroso aceptar que vivir en esa toxicidad no solo nos ha impactado a nosotros, sino también a otras personas. Y para cuando nos damos cuenta, el efecto de lo que hicimos, toleramos u omitimos hacer a veces es irreversible.
En ese momento de honestidad brutal, aparece también la conciencia y con ella la oportunidad de hacernos de nuevo. Eso implica dejar el orgullo, la negación e incomodidad a un lado para asumir responsabilidad haciendo lo que sea necesario para reparar lo que aun estamos a tiempo, con nosotros y con otros.
No es momento para fustigarse ni regodearse en la culpa. Es momento de procesar el dolor trasmutando esa energía haciendo lo correcto: una llamada incomoda pidiendo ayuda, un pedido de disculpas sincero, un agradecimiento por consejos acertados que antes no habíamos sabido escuchar.
Para mi propia sorpresa, descubrí que los demás nos perdonan mas fácilmente que nosotros mismos. Y afortunadamente muchas veces nuestro miedo y nuestra culpa, resultan exagerados. Cuando nos atrevemos a hurgar en los recovecos de la vergüenza, descubrimos que después de todo, no era para tanto. Y como solemos decir en Argentina; aunque sabemos que estuvimos o estamos mal, lo importante es que vamos bien.
Quizás cuesta reconocer en este punto del camino su propia grandeza. Porque este suele ser el punto de no retorno. El comienzo de una vida con conciencia.
El momento de reconocer nuestros errores y enfrentar las consecuencias de nuestra debilidad es duro. Pero justamente porque lo es, es perfecto para darnos la gracia y el reconocimiento que nos merecemos por nuestra resiliencia y por estar hoy eligiendo vivir de otra manera; en verdad, amor y libertad.
Aprender a perdonarse y empezar a integrar y hasta amar nuestra propia sombra es el aprendizaje mas importante en la vida de una persona reservado solo para valientes. Y es lo que yo llamo el camino del guerrero consciente.
Las secuelas del abuso emocional son graves impactando en nuestra salud y en quienes más amamos. No tienes por qué transitar este camino en soledad. Únete a mi Membresía o Mentorías para recibir apoyo grupal de manera sostenida.